Título : Un hotel en ninguna parte.
Autor : Mónica Gutiérrez Artero
Año : 2014
Volúmen : 252 páginas.
Género : Feel-Good.
Idiomas disponibles : Castellano.
Sinopsis de la novela :
«Cuando Emma Voltarás acepta trabajar ese invierno en El Bosc de les Fades, un excéntrico hotel emplazado en el corazón de un bosque, poco puede imaginar que va a resultar ser la mejor de las segundas oportunidades que a veces concede la vida. Sumida en el tiempo fuera de descuento de El Bosc de les Fades, Emma descubrirá que la amistad y la esperanza pueden encontrarse en cualquier lugar, por muy escondido que esté. Quizás de la mano de una camarera de habitaciones hada madrina. O de una niña extraordinaria. O de un viejo escritor necesitado de ternura. O de un cocinero que le abrirá las puertas de los escenarios. O de un surfero que se hace mayor a su pesar. O de una jardinera susceptible, preocupada por sus violetas. O, quizás, de la mano de un hombre huraño y maravilloso, capaz de devolverle la ilusión de bailar sobre zapatos de cristal entre las flores de un jardín encantado.
No importa que el lugar en donde estés no aparezca en un GPS: cuando el amor viene a por ti, te encuentra.
Sin mapas.
Sin prisas.
Sin condiciones.
Ven a perderte en El Bosc de les Fades.»
La opinión de JAP Vidal :
En el barrio de mi vida, Sant Andreu, hay un local fantástico llamado “Several Cafè”, donde puedes tomarte un buen café, un chocolate calentito o un licuado detox bien fresquito, según te venga a gusto dependiendo de la época del año, tus preferencias o, simplemente, por cómo te haya ido el día y qué te pide el cuerpo. Os preguntaréis qué tiene que ver esto con una reseña literaria. Bueno, en mi caso me va perfecto para matar dos pájaros de un tiro, porque por un lado os menciono uno de mis locales favoritos de mi querido Sant Andreu, y por otro, estas tres bebidas me sirven para etiquetar las tres obras publicadas hasta el momento por Mónica Gutiérrez.
Comenzó Mónica invitándonos a un café intenso y aromático en la cafetería Sinaola, en el pueblecito rumano de Mic-Napoca, en su novela de debut, “Cuéntame una noctalia”. En su tercera novela, «El noviembre de Kate», la autora nos invitó a tomarnos un chocolate espeso y humeante, acompañado de un calorífico y delicioso bizcocho casero, en la cálida casa de Norman, en pleno noviembre glacial para Kate.
Pero si lo que te va son las bebidas refrescantes y sanas, es sin duda “Un hotel en ninguna parte”, la segunda novela de Mónica, la que te seducirá en cuanto comiences a leerla. Un licuado detox de remolacha, naranja, zanahoria y manzana que depurará tu mente de malos rollos. Porque las mentes retorcidas y siniestras también necesitamos un descanso de vez en cuando, un trago de optimismo que nos obligue a dudar de nuestras afirmaciones apocalípticas.
Lo primero que me llamó la atención de «Un hotel en ninguna parte» fue que se trataba de una novela epistolar, como Drácula, pero sin malos malísimos, a excepción de algún escritor arrogante y forrado de dinero (como espero ser yo en mi vejez) que vive en el hotel todo el año. Toda la novela es una sucesión de correos electrónicos escritos por los principales personajes de la historia: una chica que quiere comenzar de cero en un hotel perdido, un joven serio y responsable y su hermano surfero, golfo y seductor. Los que la hayan leído me abuchearán por lo que voy a decir, pero en mi subconsciente me imaginé a cada uno, respectivamente, como René Zellweger, Collin Firth y Hugh Grant en “El diario de Bridget Jones”. Lo siento si a alguien le ha dolido la comparación. El caso es que el libro trata del peculiar día a día que se vive en un hotel al que no se llega con GPS, en medio de un bosque cercano a la costa catalana, de las personas que viven allí durante todo el año aunque casi todo el tiempo solo haya un huésped con problemas de ego y algún fantasma que ronda a su antojo, pero de buen rollo. También hay una historia de amor, claro, y una canción trash-metal tocada a violín.
No os voy a explicar más porque lo importante no es el argumento, si no vivir la experiencia. Os animo a hospedaros en “El bosc de les fades” (el bosque de las hadas) y disfrutéis de sus personajes. Es una lectura perfecta para el verano (aunque empiece en pleno febrero no os preocupéis, ya veréis como al final llega el buen tiempo).
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¡Ohhhh! Qué sorpresa tan bonita, amigo mío. Me ha hecho muchísima gracia lo del café, el chocolate y el zumo refrescante :-))) Muchas gracias por leerme (de nuevo) y por venirte al Bosc de les Fades a descansar un poquito ese cerebro maquiavélico de escritor que tienes. Un abrazo!!
Hola Mónica,
tú eres la experta en reseñas, así que no te voy a explicar lo agradable y fácil que es comentar un libro que realmente te ha gustado y que puedes recomendar sin miedo a equivocarte. No es mi género favorito, ya lo sabes, pero eso no significa que no haya momentos para esos géneros que no serán los primeros que vaya a visitar en la librería. Siempre hay un momento para cada cosa (reír, llorar, asustarse, indignarse,...) y para el feelgood es imprescindible encontrarlo.
Un abrazo y gracias a ti por tu ayuda durante estos últimos años. Espero que esta relación literaria pueda seguir muuuuuchos años.
Buenas tardes,
Como buen Andreuenc veo que tú también eres asiduo del Several, un precioso local (algo ruidoso a veces) en el que poder desconectar y tomar buen café.
Lo cierto es que ya me habías vendido antes la novela de Mónica, pero ahora me acabo de ratificar en mi intención de encontrarla (y eso no es fácil, que excepto en Amazon —vade retro satanás— es ardua tarea hallarla). Su composición en forma epistolar no me atrae demasiado, pero "El bosc de les fades" es un nombre demasiado sugerente como para dejarlo escapar.
Pues eso, que me has convencido.
Un abrazo.
@pancromatic
Hola pancromatic
voy al Several mucho menos de lo que me gustaría justamente porque cuando puedo ir es en esos momentos más ruidosos, pero es un local muy agradable, lleno de tentaciones y con un trato fantástico por parte de Jaume y sus compañer@s.
Y lo mismo se puede decir de la atmósfera que crea Mónica en sus libros. Agradable, relajante y con personajes entrañables, nada que ver con los malnacidos que nos gusta analizar a nosotros.
Un abrazo