– Papá ¿Por qué mamá se fue tan pronto?
– Pues porque tu mamá es una estrella fugaz.
– ¿Una estrella fugaz?
– Mira el cielo, mira cuantas estrellas. Es precioso ¿Verdad?
– Sí.
– Sin embargo, las estrellas que siempre vemos, cuando descubrimos los dibujos que forman en el firmamento, llega un momento que nos aburren. Seguramente es el cuadro más bonito de la naturaleza, pero no deja de ser eso, un cuadro.
– A mi me gustan las estrellas.
– Sí, pero…¡Mira esa!
– ¡Guau, qué bonita!
– Esa era una estrella fugaz. Como tu madre. Son estrellas inquietas, juguetonas, llenas de energía. Saltan del cielo a la tierra, viven con nosotros un tiempo dándonos su luz pero no tardan en volver a la bóveda celeste, porque allí también las necesitan para que nosotros no nos cansemos de observar las estrellas. Por esa razón jamás se quedan mucho tiempo en ningún sitio.
– Pero yo también la necesito ¿Cuándo volverá?
– Por desgracia, no podremos volver a verla como la recordamos. Sin embargo, cuando menos te lo esperes, la reconocerás en un destello de vida pura. Por ejemplo, en una sonrisa, en el brillo de unos ojos o en una puesta de sol. Y por supuesto, la verás «surfeando» los cielos en forma de estrella fugaz.
– ¿Y ella me verá?
– Ella siempre te ve, no te preocupes.
– ¿Y de día?
– También. En el cielo no hay noche o día. Nosotros solo podemos ver las estrellas de noche, pero ellas están allí todo el tiempo y nos ven en todo momento. Y a menudo sonríen, y entonces brillan más.
– ¿Y yo será algún día una estrella fugaz?
– Seguro que sí, pero una de las que duran mucho rato en el cielo y en la tierra.
– ¿Y podré viajar con mamá?
– Claro, te llevará con ella a todos los sitios. Y a mí, y a tu hermana también.
– ¿Estaremos siempre de viaje los cuatro?
– Siempre. Los cuatro juntos.
En homenaje a Yanina, que volvió al cielo para surfear entre las estrellas.