Back in Black

No recordaba nada más que un fogonazo. Al instante siguiente se encontraba en un camino de tierra. A lo lejos se veía una muralla tan alta que alcanzaba las nubes, que en ese punto reflejaban un color rojo intenso como el fuego, mientras que el resto de la bóveda celeste era  tan oscura como el pozo más profundo.

El hombre, con sus ropas de caza empapadas en sangre, caminó hasta llegar a la entrada de aquella enorme muralla. Quizás tardó días en alcanzarla, puede que tan solo fuera un segundo, en aquella dimensión no parecía existir el concepto tiempo. Se detuvo delante de unas puertas colosales, había un pequeño picaporte con la forma de la cabeza de una víbora. Cuando lo agarró, notó como la cabeza se movía bajo la palma de su mano, sintió el dolor repentino de una picadura. Soltó de inmediato la cabeza de la víbora y el ofidio se deslizó hasta el suelo. Donde antes había el picaporte ahora había un pequeño hueco. El hombre miró por aquel agujero y se encontró con otro ojo que le observaba a él. De pronto comenzaron a crujir los goznes de las puertas con tal estruendo que semejaban los truenos provocados por una tormenta brutal. Las puertas se abrieron de par en par y ante aquel hombre, a apenas diez metros de distancia, se alzaba una gigantesca hoguera de San Juan.

De entre el fuego apareció un hombre trajeado, con un móvil en la mano y hablando por unos auriculares bluetooth. Aquel ser era un clon de él mismo pero más joven y arrogante, el personaje triunfador que había logrado el éxito devorando a los que se cruzaban en su camino. Sin embargo, sus pupilas eran rojas como el fuego de las llamas de las que había surgido. Lucía la sonrisa de un cocainómano. Le hizo un gesto con la mano para que esperase su turno. Cuando terminó la conversación telefónica guardó el móvil y rodeó con su brazo al sorprendido huésped, animándole a acercarse a la hoguera.

– Sé bienvenido a la que será tu nueva casa.
– ¿Estoy en el infierno?
– En efecto. Pero no te debes preocupar.
– ¿No? Es que dicen que es un lugar terrible.
– ¿Te acuerdas del dolor de la picadura de la víbora de la puerta?
– Sí.
– Pues sufrirás ese dolor eternamente. Sí, es un lugar terrible. Pero mira el lado bueno, te vas a reunir con muchos amigos.
– ¿Muchos?
– ¡Y los que faltan por llegar! ¿Pero sabes qué es lo mejor?
– ¿Qué?
– Resulta que al “Jefe” le has reportado grandes beneficios. Almas de timadores, ladrones, asesinos y suicidas, principalmente . Por eso ha decidido darte un trato “preferente”.

Y ambas figuras, alma y álter ego demoníaco, se fusionaron con las llamas para siempre jamás.

JAP Vidal:

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  • Ojalá exista el infierno para tipos de esa calaña. Ojalá haya experimentado una milesima parte del dolor y la impotencia que provocó.

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