Ciudad de Los Angeles, año 2017.
– ¡Hostia! ¡Si es Robocop! ¡Qué fuerte!
– Está usted contraviniendo el artículo 678 barra 9 de la ley urbana de Los Angeles.
– ¿Qué pasa? ¡Si es María, buena pal body, tronco! ¿Quieres un porrito?
– Eliminando amenaza.
Media hora después, en otro punto de la ciudad.
– ¡Robocop! ¡Perdona! ¡Te juro que ha sido una urgencia!
– Está usted contraviniendo la prohibición del uso del teléfono móvil mientras se conduce.
– Mi mujer está dando a luz y…
– Eliminando amenaza.
Una hora más tarde, en el centro de Los Ángeles.
– Está usted contraviniendo el artículo 728 barra 16 de la ley de Salud e higiene del ayuntamiento de Los Ángeles.
– ¡Pero si solo he tirado una colilla al suelo!
– Eliminando amenaza.
Otra hora después, en el laboratorio del Departamento de Policía de L.A.
El alcalde se asustó al entrar y encontrarse al androide justo delante. Todavía no se había acostumbrado a la imponente presencia de Robocop, una mole de acero de dos metros de altura. Su mandíbula protuberante era la envidia de todos los agentes de policía de la ciudad. Pero Robocop, el orgullo del cuerpo, estaba sufriendo una crisis en esos momentos.
– ¿Qué demonios ha sucedido hoy, doctor Jones?
– Buenos días, alcalde. Parece ser que el comportamiento psicópata del agente Robocop se debe a una alteración en su configuración.
– Explíquese Jones.
– Ya sabrá usted que ayer nos fue devuelta esta unidad desde Europa, donde la habíamos cedido para una operación especial que debía llevarse a cabo allí, durante una semana.
– Lo sé, lo sé. La idea era prestarles la unidad para que la probasen y acabaran comprando a nuestro fabricante americano unas cuantas unidades.¿Y qué ha pasado?
– Pues que a algún gracioso allí, se le ha ocurrido poner el modo «BESTIA» para testear, o para hacer la gracia, vaya usted a saber.
– La madre que lo…
– En consecuencia, cada vez que Robocop ha de analizar la severidad del castigo a aplicar en aquellos delitos que descubre, lo hace de forma proporcional al modo «BESTIA».
– ¡Joder! ¿De cuántas bajas estamos hablando?
– Trescientas doce víctimas en cinco horas de servicio. Y lo peor es que no hemos sido capaces de deshabilitarlo.
– ¿Cómo que no han sido…? ¿Por qué está ese piloto encendido?
La voz metálica del androide resonó poderosa en la sala hermética.
– Está usted implicado en cuatro casos de corrupción.
– ¿Qué vas a hacer? Soy el alcalde, tu jefe. ¡Detente! ¡No!
– Eliminando amenaza.
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Muy grande como siempre!!!
Vigila con la h de deshabilitar, no sea que venga el cíborg de Pérez Reverte y te elimine ;P
Buenísimo, la OCP estaría orgullosa de tí!
Jajaja extremadamente proporcionado