A Sergio siempre le gustó la navidad, es lo que tiene vivirla como un niño año tras año, desde hace cuarenta. Pero este año la navidad será triste. Nadie la va a celebrar con él. Su madre murió hace unos meses y le dejó solo ante la vida. Por primera vez en cuarenta años sintió el miedo de la responsabilidad.
¿Por qué se ha muerto mi mamá? – preguntó a los médicos
De cansancio, Sergio. Ya no pudo aguantar más. – le contestaron.
Esa respuesta cayó como un castigo sobre Sergio. No pudo más que sentirse culpable de la muerte de su madre. Ella lo sacrificó todo por él, nunca pudo volver a tener vida propia desde su nacimiento, desde que le dijeron que su hijo no era normal. Durante años ella luchó por demostrar que su hijo podía llegar a ser normal, que sólo era cuestión de cariño y esfuerzo, vaciándose en su empeño hasta que su corazón ya no pudo más. Mucha gente asistió a su entierro, pero Sergio aquel día se sintió por primera vez solo.
Desde ese día nada fue lo mismo, él se volvió más solitario, a pesar de que los vecinos se ofrecían a ayudarle. Su madre había querido que él fuese una persona independiente cuando ella no estuviera allí para ayudar. Y lo había conseguido, aunque Sergio dudaba de cada paso que daba. Ya nunca más estaría ella allí para decirle si lo estaba haciendo bien o para corregirle. Tampoco le podría decir si le habían intentado engañar o podía confiar en tal o cual persona. Esa desconfianza es la que le había vuelto más introvertido y únicamente se dejaba ayudar por los dos o tres amigos de su madre, los que siempre habían estado allí para ayudarle. Pero tampoco quería ser una carga para ellos, no quería que por su culpa les ocurriese lo mismo que le había pasado a su mamá.
Esta será su primera navidad solo. Le habían hecho varias invitaciones y a todas contestó agradecido que ya había aceptado otra invitación. Pero no es así. Sergio ha decidido pasar la nochebuena en casa, sin nada más que el recuerdo de su madre. Esta noche, cuando llegue a casa después de trabajar, se pondrá la tele, e irá a la cocina a por su cena. Al ser una noche especial la celebrará con una tableta de turrón de chocolate que se zampará entera, junto a una lata de Sprite (su bebida favorita), y se dormirá viendo una película antigua de las que tanto le gustan.
La imagen que tengo de Sergio es de aquella ocasión en que lo vi de la mano de su madre, parados en un semáforo; de improviso, él acercó su cara a la de ella y le plantó un beso en la mejilla. El beso más tierno que jamás he visto.
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